Paguina dedicada a los mas de 6.000.000 de alemanes muertos en combate
durante la 2º guerra mundial, para que de una vez por todas distingamos a los
verdaderos carniceros de los grandes soldados que murieron por su patria.
En este reportaje fotografico, quiero plasmar la crueldad de la guerra en toda
su extension y dureza, los bombardeos, las matanzas indiscriminadas, las vidas
tan cortas de esos millones de soldados que nunca supieron lo que es tener
los tankes, los sufridos civiles, la artilleria y los duros años de frio a 40 bajo cero
Espero que despues de ver estas fotos y de sus comentarios, pensad que suerte
hemos tenido de nacer a finales de siglo y no de nacer para ver el odio y la muerte
en nuestras puertas. Recordad y aprended.
 
ESTALINGRADO
"Orden al VI Ejército de abandonar Stalingrado propiamente dicho y de enterrarse en lo que en adelante se llamará la fortaleza de Stalingrado. Ordeno que se luche hasta el último hombre y el último cartucho. No debe pensarse en ninguna capitulación. Quien capitule o abandone sin órdenes la fortaleza será considerado como un traidor. Cuento con que el VI Ejército y sus jefes combatirán como héroes wagnerianos."
Adolf Hitler.

Los cadáveres de sus compañeros muertos de frío fueron los últimos parapetos de los soldados alemanes en la batalla de Stalingrado, la mayor carnicería de la historia, donde se decidió la suerte de la Segunda Guerra Mundial. A orillas del Volga se desvaneció definitivamente el mito de la invencibilidad de la máquina bélica de Hitler. Hace cincuenta años capitularon los últimos focos de resistencia en la bolsa de Stalingrado, el 31 de Enero el del sur, y el 3 de febrero el del norte.

Allí Gregori Zukov, el mismo general ruso que luego entraría victorioso en Berlín en mayo de 1945, acabó con el legendario VI Ejército Alemán.

De los 284.000 hombres que habían quedado cercados por el Ejército Rojo el 22 de noviembre, murieron 146.000 en poco más de dos meses, la aviación evacuó 34.000 heridos y el resto -más de 100.000- cayeron prisioneros, de los que solo 6.000 volvieron a Alemania. De ese VI Ejército, orgullo del militarismo alemán, había dicho Hitler en Agosto, cuando sus carros de combate rodaban por la polvorienta estepa hacia Stalingrado, que era una fuerza invencible con la que el Tercer Reich podía conquistar el cielo.

El último radiomensaje recibido del VI Ejército fue el parte del tiempo del 2 de Febrero de 1943: "Temperatura 31 grados bajo cero STOP Stalingrado cubierta por la niebla STOP la estación meteorológica se despide STOP Saludos a la patria STOP". La propaganda nazi orquestada por Goebels ocultaba todavía la amarga realidad, pero como preludio de la tragedia, buscando símiles heroicos en las viejas sagas nórdicas a las que Richard Wagner, había puesto música, el diario oficial, el Völkischer Beobachter, anunciaba que los soldados alemanes estaban luchando en Stalingrado como los nibelungos contra los hunos.

El final fue patético. No morían como héroes de la superior raza germánica, sino desesperados y hambrientos o acribillados por las balas, aplastados por los tanques o despedazados por la artillería o los cohetes Katiuska o los lanza proyectiles conocidos como Organos de Stalin. Desde que empezó la última ofensiva rusa, el 10 de enero, ya no se luchaba, solo se moría.

El 24 de enero, Paulus describe la situación en un mensaje enviado por radio a Berlín: "Es terrible. Tenemos por lo menos 20.000 heridos a los que no hay posibilidad de atender y otros tantos soldados padecen congelamiento en distintas partes del cuerpo. Las escenas de la catástrofe son indescriptibles". Otro testimonio habla del olor pestilente a sangre, pus y excrementos en los sótanos de los edificios en ruina donde se habían trasladado heridos sin poder atenderles por falta de medicamentos. Permanecían casi todo el tiempo en la oscuridad, pues los sanitarios procuraban ahorrar las velas de sebo que aun les quedaban para iluminarse.
Ya no podía llegar ningún avión a las tropas sitiadas, porque se acababa de perder el último aeropuerto, la pista de Pitomnik. De allí había despegado el día anterior un Junker con 19 heridos y 7 sacas de correo. Contenían cartas de los soldados a sus familias en Alemania, conscientes la inmensa mayoría de los que habían podido escribir y enviarlas de que era su último adiós.

Casi ninguna llegó entonces a su destino. El Junker sobrevoló las líneas enemigas hasta aproximadamente 60 kilómetros al sur, donde habían quedado inmovilizadas las fuerzas alemanas procedentes de la región del Cáucaso, que mandaba el General Von Manstein. Pero cuando las cartas llegaron a Alemania, la mayoría fueron confiscadas por orden de Goebels.

Sus destinatarios no las recibieron hasta años después, ya concluida la guerra. Relataban su tragedia, en general sin reflejar derrotismo, pero dudando que la manera de morir a estas alturas de la batalla de Stalingrado fuera útil a la patria o dejando claro que sabían que estaban abandonados a su destino, que el Führer le había dejado en la estacada.

           

La mayoría de los que sobrevivieron murieron después en el cautiverio. Decenas de miles de prisioneros de guerra (condenados como mínimo a 25 años de trabajos forzados) participaron en condiciones precarias de alimentación y sanidad en la reconstrucción de Stalingrado y muchos pasaron después por los campos de concentración de Siberia.

Paulus y sus generales se habían dejado convencer por Hitler y el general Von Manstein, que comandaba las fuerzas alemanas en el sur de la Unión Soviética, hasta la región del Cáucaso, de que recibirían refuerzos y de que se iba a romper el cerco de Stalingrado. Se dejaron engañar por su fe absurda en el Führer, aunque un análisis de la situación militar le hubiese bastado para comprender lo imposible de las promesas.

Al quedar las 20 divisiones alemanas del VI Ejército, más dos de sus aliados rumanos y un regimiento croata, sitiadas el 22 de noviembre en una bolsa de unos 60 kilómetros de larga por unos 40 de ancha, el mariscal Goering, responsable de la aviación del Reich, se comprometió con Hitler a abastecer por aire a los 284.000 hombres. Hubieran sido necesarios, como mínimo, 650 aviones de transporte Junker 52, pero la Luftwaffe sólo disponía en total de 750 y buena parte de ellos estaban en Italia.

De los 300 en la región del Don, desde donde se organizó el puente aéreo con la bolsa de Stalingrado, sólo 100 se hallaban idóneamente equipados para esta misión. Era necesario transportar entre 500 y 750 toneladas diarias, bien aterrizando dentro del territorio cercado, bien haciendo lanzamientos desde el aire. Por término medio, en las primeras semanas no se pasaba de 100 toneladas.

En enero los suministros eran ya muy escasos y gran parte de los paquetes arrojados desde el aire quedaban inaccesibles en la nieve, ya que los soldados exhaustos y amenazados por el fuego enemigo, no podían recuperarlos o eran los rusos quienes los recogían. En aquel crudo invierno la Luftwaffe tenía que pasar a menudo días sin poder volar a causa del hielo, la nieve, las ventiscas y la niebla, mientras los soviéticos disponían cada vez de mas artillería antiaérea y de cazas.

Ya a primeros de Diciembre la tropa sitiada únicamente comía caliente cada dos días, el resto del rancho era a base de embutidos y pan, cuya ración se redujo a partir del 30 de Diciembre a una rebanada diaria. En algunas posiciones, pasaban hasta una semana sin recibir provisiones. El día de Nochebuena el rancho festivo consistió en carne de caballo y pan. Durante el cerco a Stalingrado el VI Ejército se comió los 10.000 caballos y mulos de carga de que disponía. En agosto de 1942, en una ofensiva de avance rápido, como las de Blitzkrieg, la guerra relámpago con la que Alemania había comenzado la Segunda Guerra Mundial, las divisiones acorazadas del VI Ejército habían llegado a orillas del Volga ante Stalingrado. Militarmente no parecía difícil ocupar esa ciudad industrial, de importancia estratégica para el transporte fluvial por el Volga y el Don, gran nudo ferroviario y último obstáculo en el camino hacia las riquezas petrolíferas, carboníferas y de manganeso del Cáucaso.

  
Pero al primer intento de asalto la escasa guarnición y la población dejaron claro que iban a oponer una resistencia heroica, para la que se había preparado Stalingrado, que se extendía a los largo de 38 kilómetros a orillas del Volga. Antes de iniciar los alemanes su avance, a los 500.000 habitantes de Stalingrado se habían unido 400.000 refugiados de otros lugares de Rusia. Pero cuando Paulus comenzó el asalto, todo ruso no útil para la resistencia había sido evacuado ya.

Durante el asedio, los rusos cruzaban el Volga todas las noches para dejar heridos en la otra orilla no ocupada por los alemanes y recoger víveres y munición. Por el río llegaban además tropas de refuerzo. Hitler se puso nervioso y advirtió a sus generales que si no aniquilaban al enemigo a orillas del Volga para seguir avanzando hasta apoderarse del petróleo de los yacimientos de Grosny tendría que liquidar la guerra. La resistencia de Stalingrado impedía además seguir hacia la frumentaria zona del Don, a la que Goebbels se había referido como la "bolsa de pan de Europa".

El mundo estuvo pendiente de la batalla de Stalingrado desde Agosto de 1942 hasta Febrero de 1943. La orden de Stalin era "ni un paso atrás". Los comisarios políticos, al frente de los cuales estaba Nikita Jruchef (luego impulsor de la desestalinización como dirigente de la Unión Soviética, que en 1961 decretó que la ciudad volviera a llamarse Volgrado, como antes de 1925), se encargaban de que se cumpliera el mandato de Stalin matando a balazos a quien abandonaba una posición. En el bando alemán, donde se luchaba bajo el lema venceremos por que tenemos que vencer, se fusilaba a quien intentaba desertar.

  

El terror de los comisarios y el fanatismo patriótico dominaron ambas partes. Se luchaba en las ruinas de las casas o piso a piso donde aun quedaban edificios en pie. Cuando se acababa la munición, a bayoneta calada, cuerpo a cuerpo. Peor equipados y entrenados, los soviéticos pagaron un altísimo tributo de sangre sobre el que los historiadores no se han puesto de acuerdo. Debieron morir más de 300.000 hombres y mujeres, la mayor parte milicianos improvisados entre obreros, campesinos y miembros del Komosol, las juventudes comunistas. Combatieron con tanto heroísmo como los soldados a las órdenes del general Zukov, que tenia su puesto de mando en los sótanos de un edificio en ruinas a orillas del Volga.

Fueron meses de infierno, de un asedio que comenzó el 12 de Agosto; ya no quedaban en poder más que un par de manzanas de edificios en ruinas cuando el 19 de noviembre empezó la contraofensiva del Ejército Rojo. El día 23, en medio de una copiosa nevada, dos columnas de tanques soviéticos procedentes de direcciones distintas se juntaron en el puente sobre el Don en Galaj. En el mismo lugar donde habían llegado victoriosos tres meses antes, en los calores del estío, los Panzer que formaban la punta de lanza del avance del VI Ejército, que luego quedó sitiado en una ratonera que cambió de signo no solo la batalla de Stalingrado, sino la Segunda Guerra Mundial, y por tanto la historia de la humanidad.

Una campaña marcada por el fanatismo

En ningún otro lugar del mundo en la historia de la guerra hubiera podido ser tan verdad con en Stalingrado el que una retirada a tiempo es una victoria. Pero Stalingrado se había convertido en un símbolo, en el prestigio del Tercer Reich. Hitler minusvaloró la capacidad del Ejército Rojo. La situación en aquel crudo invierno de la guerra en Rusia se había tornado insoportable para las Fuerzas Armadas del Reich. Una vez cercado el VI Ejercito por un enemigo superior en número, que luchaba en su propio territorio y con capacidad de ir concentrando mayores contingentes de tropa y armamento, era insostenible mantener la ocupación en la cuenca del Volga y en la región del Cáucaso, donde los soldados alemanes luchaban ya en retirada sin haber conseguido llegar a las zonas petrolíferas.

Hitler, que en la Primera Guerra Mundial sólo había conseguido ser cabo, fue el estratega al que se sometieron los grandes militares de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Toda la campaña de Rusia está marcada por el fanatismo, inspirado en la creencia de la superioridad de la raza germana y en el Drang nach Osten, el expansionismo hacia el Este. Cuando Hitler ordenó en agosto de 1942 la ofensiva hacia Stalingrado, ya había perdido en los fracasados intentos de ocupar Moscú y Leningrado 1.300.000 soldados, más de una tercera parte de las tropas asignadas a la Operación Barbarrosa, que es como el había bautizado, con el entusiasmo del Estado Mayor Conjunto del Reich, la invasión y la conquista de Rusia.
  
Cuando en mayo de 1945, después de suicidarse el Führer, los soviéticos arriaron de la Puerta de Brandenburgo la bandera de la cruz gamada e izaron la de la hoz y el martillo, la guerra en el frente del Este había costado la vida a seis millones de alemanes y a 20 millones de soviéticos, y la Unión Soviética tenía tres millones y medio de prisioneros alemanes.

Extracto del telegrama del informe del Führer, de 1º de Febrero de 1943, a las 12 h. 17 minutos, en el "Wolschantze" de Vinbitza (Ucrania).

El Führer: ¡... Entonces, se rindieron como unos cobardes! En casos semejantes, hay que hacer el erizo hasta el fin y, con el último cartucho, levantarse la tapa de los sesos...
Zeitzler: No puedo creerlo. Estoy convencido de que él (Paulus) debía estar gravemente herido.
El Führer: No. Seguramente es exacto. Y verá usted como los rusos van... (falta una parte del texto)... los llevarán a Moscú, o los confiarán a la G.P.U. Schmidt (Jefe de estado mayor de Paulus) firmará todo lo que le pongan delante. El hombre que no tiene valor, en estos instantes de tomar el único camino posible, no es capaz tampoco de resistir a las solicitudes. Entre nosotros hemos cultivado demasiado la inteligencia, en detrimento de la fuerza de voluntad...


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Jesus maria villena martin [kane]:[email protected] 
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a castellano; la mayoria de las fotos son originales y otras scaneadas personalmente de libros y enciclopedias,
otros textos son obra de autores eapañoles, por lo cual que solo he tenido que ampliar los datos y mirar en
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